La sesión teórica da inicio con una exposición del marco legal sobre la evaluación y una definición del término competencias, que fue creado por la OCDE al poner en marcha el programa PISA. En el territorio nacional, la Ley Orgánica de Educación de 2006 fue la primera en introducir el término de competencia básica, mientras que la LOMCE pone énfasis en la adquisición de siete competencias clave. Ello implica cambios en tres niveles (métodos, organización y cultura de centro, y en la concepción del proceso enseñanza-aprendizaje). Por su parte, el trabajo por proyectos es muy relevante para el aprendizaje por competencias, ya que favorece la reflexión, la crítica o la elaboración de hipótesis en los alumnos.

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Los niveles de desempeño de las competencias se pueden medir a través de indicadores de logro como pueden ser las rúbricas o las escalas de evaluación (los cuales deben tener en cuenta el principio de atención a la diversidad). Es recomendable, además, el uso del portfolio, el cual aporta información extensa sobre el aprendizaje de los estudiantes.

Pero resulta imprescindible definir el término de competencias: capacidad de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada. El conocimiento competencial integra:

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• Un conocimiento declarativo - SABER  (DECIR): de base conceptual, principios, conceptos, teorías…

• Un conocimiento procedimental – SABER HACER: que se refiere a la acción física observable y a la acción mental.

• Un conjunto de valores y actitudes – SABER SER: componente de gran influencia social y cultural.

 

Las siete competencias clave que introduce la LOMCE son variadas, a saber:

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1. Comunicación lingüística.

2. Competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología.

3. Competencia digital.

4. Aprender a aprender.

5. Competencias sociales y cívicas.

6. Sentido de iniciativa y espíritu emprendedor.

7. Conciencia y expresiones culturales.

 

Los componentes de las buenas clases son tres: identificar los resultados deseados (objetivos); determinar la evidencia aceptable (evaluación); y planificar experiencias de aprendizaje (actividades). También es importante el conocimiento de la materia, el diseño de la clase, la interacción profesor-alumno y el manejo de la clase. Por otra parte, hay tres tipos básicos de evaluación:

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1. Diagnóstica: de origen.

2. Sumativa: es la tradicional.

3. Formativa: clave en el aprender a aprender y en la vida.

 

Los docentes deben evaluar indicadores de ejecución (qué he hecho), indicadores de logro (qué he conseguido) e indicadores de proceso (cómo lo he conseguido). Por lo que no sólo se debe evaluar el resultado, sino también el proceso. Además, hay tres formas de evaluar:

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• Autoevaluación.

• Heteroevaluación.

• Coevaluación.

 

Por último, para evaluar existen herramientas digitales, como Quizlet, Kahoot, etc., y no digitales, como rúbricas, cuestionarios de autoevaluación (ambas para el proceso), plantillas de observación, portfolio, pruebas escritas y orales (estas últimas para el aprendizaje). Para diseñar la evaluación, es importante identificar estándares de aprendizaje, saber qué competencias se trabajan en esos estándares y diseñar herramientas para evaluar (rúbricas, pruebas escritas…).

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En la siguiente sesión, la cuarta, se sigue con el tema de la evaluación, haciendo un breve repaso sobre los tipos de evaluación, las formas de evaluar, o cómo diseñar una evaluación. Además, se explica la diferencia entre escala y lista de cotejo y aprendemos a diseñar una rúbrica de evaluación. Dicha rúbrica de coevaluación va dirigido al portfolio, para evaluar los aspectos de mayor relevancia, obteniendo unos pesos para su evaluación.

Cabe destacar también los diarios de aprendizaje como elemento de evaluación. Es decir, se pide a los alumnos que, por escrito, reflexionen sobre lo que han aprendido, con aquellos aspectos con los que discrepan, la utilidad de esa actividad, etc.